Arquitectura saludable y neuroarquitectura en los espacios de trabajo (Espacio Aretha)

Nuestra CEO y presidenta del Observatorio de Arquitectura Saludable (OAS), Rita Gasalla, firma este artículo publicado en Aretha y titulado «Arquitectura saludable y neuroarquitectura en los espacios de trabajo».

Frecuentemente visualizamos los espacios de trabajo como lugares “inteligentes”, donde se emplea la tecnología más avanzada y se reducen costes de funcionamiento e impacto medioambiental. Sin embargo, nos falta incorporar un concepto fundamental: saludable. Porque no podemos calificar de inteligentes o avanzados a los espacios que no cuidan de las personas.

Los espacios de trabajo, en los que pasamos buena parte de nuestras vidas, deben responder a las necesidades de quienes los ocupan, siendo flexibles (para permitir distintas formas de trabajar), atractivos (para seducir y fidelizar al talento emergente), colaborativos (favoreciendo la comunicación y conexión de los equipos) y únicos, ofreciendo la mejor experiencia de usuario.  

Gracias a la arquitectura saludable y la neuroarquitectura conseguirlo, sin un incremento de costes significativo, es posible. La clave es incorporar los criterios en los que nos basamos, para diseñar y construir los espacios desde estos preceptos. El objetivo es conseguir un workplace saludable e innovador, un espacio anti estrés que potencie la creatividad y el compromiso con la empresa.

Resulta fácil comprender que al favorecer los ambientes amables con las personas (a nivel físico, mental y social) estamos potenciando el buen funcionamiento y la productividad de las organizaciones. Aunque aún queda mucho camino que recorrer, afortunadamente las empresas son cada vez más conscientes de la necesidad de proteger y potenciar su capital humano para ser más competitivas.

Este convencimiento está basado en numerosos estudios que certifican el impacto que la arquitectura saludable y la neuroarquitectura tienen en las personas, y que difundimos y explicamos desde el Observatorio de Arquitectura Saludable (OAS). Nuestro objetivo es democratizar estos principios, que contribuyen al bienestar, calidad y esperanza de vida de los ciudadanos, sin descuidar ni la protección del medio ambiente ni la cuenta de resultados empresariales.

¿Cómo es posible aunar todo esto? Algunos de los principales factores son estos: calidad del aire (una buena calidad del aire además de proteger nuestra salud puede incrementar la productividad entre un 8% y un 11%); confort higrotérmico y acústico (trabajar en espacios ruidosos puede reducir la eficiencia hasta en un 60%); luz (la calidad, color, intensidad y dirección de la luz condiciona nuestro confort visual, es fundamental para descansar y evitar problemas físicos y mentales que mermen nuestro rendimiento) y biofilia (la naturación de los espacios beneficia a nuestra salud y estado de ánimo y puede aumentar el rendimiento hasta un 15%).

Hay muchos otros factores importantes (materiales, ergonomía, colores, orientación…) que tenemos en cuenta a la hora de diseñar los espacios. La neuroarquitectura analiza científicamente, con datos medibles, cómo los entornos pueden modificar nuestras emociones y procesos cognitivos. Con esos datos podemos diseñar espacios que nos hagan sentir relajados, alegres y cómodos. 

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Rita Gasalla neuroarquitectura en los espacios de trabajo

Un paso más allá: rehabilitación edificatoria con criterios de arquitectura saludable y neuroarquitectura (CIC Construcción)

La CEO de Galöw y presidenta del Observatorio de Arquitectura Saludable (OAS) , Rita Gasalla, firma el artículo «Un paso más allá: rehabilitación edificatoria con criterios de arquitectura saludable y neuroarquitectura» en el número 589 de la revista CIC Construcción.

Como explica Gasalla, «la rehabilitación de inmuebles que impulsan las administraciones nos va a permitir vivir en espacios más eficientes y menos contaminantes. Pero acometer las reformas con el único objetivo de reducir el consumo, o la consecución de una subvención, puede ser un enfoque muy miope. Deberíamos ser mucho más ambiciosos. Además de ahorrar energía y reducir las emisiones, podemos propiciar las condiciones adecuadas para que las personas se sientan bien, a todos los niveles: física, mental y socialmente. Es lo que promovemos aplicando los criterios de la arquitectura saludable y la neuroarquitectura».

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Healthy Smart Cities. Humanizar las ciudades del futuro. Por Rita Gasalla (Revista Ciudad Sostenible)

 

En menos de 30 años, 7 de cada 10 personas vivirán en unas ciudades que habrán duplicado su población. Debido a este crecimiento exponencial, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) prevé que en 2050 habrá 6.300 millones de personas viviendo en ciudades, del total de la población mundial que ascenderá a 9.000 millones de habitantes.

Más del 80% de la riqueza mundial se genera en las ciudades, que son además de motor económico, la principal fuente de contaminación y emisiones de CO2. Aunque muchas personas sueñen e incluso hayan optado por volver al campo y a los entornos rurales, lo cierto es que el futuro de la humanidad es urbano.

Por eso, el gran reto que tenemos entre manos es diseñar cómo queremos que sean las ciudades en las que viviremos nosotros y las generaciones futuras, dando respuesta a los importantes problemas que plantea la concentración de un gran número de personas. Obviamente debemos abordar el abastecimiento energético, la gestión de los residuos, las emisiones contaminantes, el suministro de agua, la movilidad y ordenamiento del tráfico y la provisión de bienes y servicios.

Pero eso no es suficiente. Necesitamos plantear un modelo urbano mucho más ambicioso, más allá de la eficiencia y automatización de sus dinámicas. Un paradigma de ciudad más poderoso, que tenga como prioridad la salud, bienestar y seguridad de los ciudadanos, especialmente de aquellos colectivos más vulnerables como ancianos, niños y personas con movilidad reducida. Es lo que llamamos Healthy Smart City.

Se trata de ir un paso más allá de los objetivos de la Smart City centrados en el desarrollo sostenible y una mejor gestión de los recursos con la aplicación de las Tecnologías de la Información, la Comunicación (TIC) y el Big Data.

Dotar a las ciudades de sensores para optimizar el gasto eléctrico o monitorizar la recogida de residuos es muy útil y necesario y está en línea con el compromiso medioambiental de las ciudades recogido en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Muchas son las ciudades que en las últimas décadas han avanzado en este sentido. Algunos de los ejemplos más llamativos están en Asia, según recoge el Smart City Index de 2022.

Shanghai, por ejemplo, cuenta con una plataforma de datos donde los ciudadanos pueden encontrar más de 1.200 servicios ofrecidos por la ciudad. Seúl dispone de robots patrulla que velan por la seguridad de los niños. En Pekín, puedes pagar y acceder a prácticamente todo mediante tu teléfono móvil.

En Europa, fueron pioneras Ámsterdam, y en España, Santander, Tarragona o Málaga. Cada vez son más las ciudades “inteligentes” que han duplicado su inversión en tecnología con el objetivo de reducir costes y mejorar en eficiencia energética y servicios a los ciudadanos.

Pero, ¿Es suficiente? ¿Qué están haciendo las Smart Cities por la salud física, mental y social de las personas?  ¿Qué papel tienen en ellas la arquitectura saludable y la neuroarquitectura que se ocupan de estos aspectos?

Durante los últimos años el debate se ha centrado en la tecnología y la eficiencia, y ha pasado de puntillas sobre aspectos tan vitales como la salud, la inclusión o la igualdad social. Y eso a pesar de la reciente y traumática experiencia de una pandemia que puso en jaque al mundo, paralizó nuestras ciudades y economías, causó millones de muertes y daños a nivel mental y social difíciles de cuantificar.

En 2020 fuimos conscientes de que nuestra sociedad, el sistema de producción y protección que habíamos diseñado, se podía desmoronar como un castillo de naipes si no poníamos el foco en la salud de las personas. Ahora sabemos que no sirve de nada una gestión sostenible de los recursos si los espacios construidos en los que vivimos y trabajamos no nos protegen.

Las Healthy Smart Cities nos ofrecen la oportunidad de mejorar la vida de la mayor parte de la población del planeta. No se trata únicamente de impulsar el crecimiento económico del mundo, pensando en tecnología, sostenibilidad e impacto en el medio ambiente. Es una visión integrada, mucho más ambiciosa, basada en el bienestar de los ciudadanos, en sus distintas etapas vitales y circunstancias.

Un ejemplo de esta visión humanista y saludable que promovemos desde el Observatorio de Arquitectura Saludable podría ser en España la ciudad de Pontevedra, a la que uno de los periódicos económicos más importantes del mundo, el Financial Times, puso como ejemplo en 2020 de ciudad saludable para vivir, junto a otras cinco en el mundo. En ese reportaje se destaca la recuperación de espacios públicos para los ciudadanos y el consiguiente impacto en su comportamiento, salud y bienestar.  Efectivamente ese es uno de los grandes logros de la ciudad gallega: haber reconquistado para las personas el espacio perdido en beneficio del automóvil. Pensemos que los coches ocupan aproximadamente un 70% de los espacios urbanos (entre calzadas y aparcamientos).

Con las peatonalizaciones, aparcamientos disuasorios y el transporte público, Pontevedra invita a los ciudadanos a salir a la calle, pasear y relacionarse, crea un entorno amable con niños, personas mayores o con dificultades motoras y apoya al comercio de proximidad. Este modelo de ciudad ha rebajado los niveles de contaminación atmosférica y acústica; mejorado la calidad del aire y la movilidad; incrementado la actividad económica y el sentimiento de orgullo y pertenencia de sus habitantes. Es además un magnífico ejemplo de cómo el urbanismo puede generar buenos hábitos.

Tanto los edificios como el entorno urbano son determinantes en nuestra salud y ya he apuntado algunos de los factores más importantes. El primero de ellos es la calidad del aire.  En países subdesarrollados o en vías de desarrollo, el 98% de las ciudades no tiene niveles seguros mientras que en los países avanzados el porcentaje desciende al 56%.

Son muchos los estudios que constatan los efectos perjudiciales que tiene en nuestra salud la contaminación del aire, y en particular la procedente del tráfico y de las calderas de combustión. Causa enfermedades respiratorias, cáncer de pulmón e ictus, entre otras, y afecta también negativamente a nuestra capacidad cognitiva, rendimiento y bienestar. Por lo tanto, mejorar la calidad del aire en las ciudades debe ser una prioridad para autoridades, arquitectos y urbanistas.

Otro de los retos de las Healthy Smart Cities es combatir el ruido, responsable de 12.000 muertes prematuras al año en Europa. En las ciudades encontramos numerosas fuentes de contaminación acústica como el tráfico, la actividad industrial, los establecimientos de ocio o los vecinos. No se trata de simples molestias. Estamos ante un problema de salud pública de primer nivel.

En Europa, una de cada 5 personas está expuesta a niveles de ruido por encima de los recomendados (55Db). Por ello, 22 millones de personas sufren estrés y 6,5 millones trastornos del sueño. Diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, alteraciones del comportamiento o bajo rendimiento son otras de sus consecuencias.

La biofilia es otra de las claves. Ciudad y espacios verdes no pueden plantearse como antagonistas, sino todo lo contrario. La naturación debe cobrar mayor protagonismo en las urbes, acercando la naturaleza a los ciudadanos, con más árboles, zonas ajardinadas, parques, cubiertas verdes y láminas de agua.

La naturación tiene un efecto sanador para las personas porque mejora la calidad del aire, regula temperatura y humedad, embellece el entorno, mejora nuestra salud mental -puesto que contribuye a reducir el estrés y aporta una sensación de calma y bienestar- y favorece el rendimiento intelectual, la creatividad y la interacción social.

En las últimas décadas, el crecimiento de las ciudades, el uso de materiales inadecuados en las fachadas y pavimentos urbanos y la proliferación de equipos de refrigeración, han provocado lo que se conoce como el efecto “isla de calor” por el que las temperaturas de los núcleos urbanos pueden ser hasta 10 grados centígrados superiores a las de los alrededores.

El calor incrementa las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, impide la concentración, eleva los accidentes laborales y la mortalidad. Por lo tanto, diseñar una ciudad que nos proteja de las temperaturas extremas, con un trazado favorable a los vientos dominantes, propiciando el sombreado, la evaporación a través de láminas de agua y espacios verdes, y poniendo en valor la conexión primitiva que tenemos los seres humanos con la naturaleza, es una cuestión de primer orden.

Como lo es también en las Healthy Smart Cities lo que llamamos urbanismo de elección, aquel que nos permite diseñar los espacios urbanos para inducir a la población a tomar aquellas decisiones que benefician a su salud. Podemos, por ejemplo, promover el ejercicio físico ensanchando las aceras y proponiendo zonas peatonales agradables y accesibles que nos inviten a andar y montar en bicicleta en vez de coger el vehículo; áreas de encuentro donde poder relacionarnos con otras personas al aire libre; edificios que nos propongan escaleras y rampas frente al ascensor; parkings para bicicletas y un largo etcétera. Son muchas las soluciones para diseñar y construir ciudades que además de ser respetuosas con el medio ambiente y eficientes, contribuyan a mejorar la salud de los ciudadanos y aumenten la calidad de vida en el entorno urbano.

No olvidemos que el sedentarismo es otra de las graves amenazas para la población. Aunque los médicos advierten sobre sus riesgos para la salud y recomiendan andar entre 30 y 40 minutos diarios, la realidad es que muchos ciudadanos pasan más de 6-8 horas al día, durante cinco días a la semana, frente a ordenadores y pantallas. En los adultos, un mayor sedentarismo eleva el riesgo de enfermedades cardiovasculares, cáncer y diabetes tipo 2. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un estilo de vida más activo podría evitar hasta cinco millones de muertes al año en el mundo.

Andar. Esa es la solución. Pero las ciudades del siglo XX no se diseñaron para eso sino pensando en el tránsito de vehículos y mercancías. Los ciudadanos de las grandes urbes perdemos gran parte de nuestro tiempo en largos desplazamientos y esto causa frustración y estrés. Como dijo el sociólogo Richard Sennett, “la distancia se convirtió en un vicio cuando la densidad debiera haber sido una virtud”. Los problemas de movilidad han generado un profundo debate en las grandes ciudades.

Su crecimiento desordenado, sumado a la insalubridad de buena parte del parque edificatorio español, acrecienta la brecha social. Distintos estudios constatan cómo la esperanza de vida de los habitantes de distintos barrios de una misma ciudad, puede llegar a variar hasta 10 años.

Por tanto, es muy importante que abordemos el rediseño de las ciudades desde los planteamientos de la arquitectura saludable y la neuroarquitectura y desde el concepto de las Healthy Smart Cities. Es aquí donde profesionales, organizaciones y autoridades debemos abordar una nueva configuración de la ciudad, superando los tradicionales trazados urbanísticos y apostando por nuevos modelos, donde el individuo recupera el protagonismo que perdió en beneficio del automóvil. Se reducen así los niveles de contaminación atmosférica y acústica, los ciudadanos vuelven a ocupar la calle y el comercio local incrementa sus ventas.

El éxito de ese modelo de peatonalización en Europa llevó al policentrismo, promoviendo la creación de microcentros donde se recupera la vida de barrio en detrimento del centro único de la ciudad. Este es un arquetipo amable con las personas al que en los últimos años se han adherido ciudades como París, Londres, Copenhague, Berlín, o Valencia y Vitoria, en España.

Un caso de éxito de policentrismo es la “ciudad de los 15 minutos”, un concepto acuñado y desarrollado por el experto internacional Carlos Moreno, que propone la adaptación de los centros urbanos en base a la economía y la sostenibilidad. De esta forma, se diseña la ciudad para que sus habitantes puedan acceder a todos los servicios que necesitan en un radio de 15 minutos a pie o en bicicleta, sin necesidad de utilizar vehículos motorizados.

Pero hay que insistir en la necesidad de repensar las ciudades, más allá del aspecto tecnológico y energético. La gestión eficiente, sostenible y respetuosa con el medio ambiente es solo un primer escalón. Hay que pasar al siguiente nivel en el que se sitúa la salud y bienestar de las personas, la seguridad, la igualdad y la inclusión.

Debemos diseñar y construir los espacios que den respuesta a las necesidades de todos los individuos y colectivos de la sociedad, en las distintas etapas de la vida. El urbanismo y la arquitectura saludables pueden facilitar que hombres y mujeres conjuguen trabajo y vida familiar y personal, atrayendo a las grandes urbes el talento, sobre todo el digital, y la inversión.

Hay además que asumir el envejecimiento de la población, evitando la gentrificación e integrando a las distintas generaciones, elevando los niveles generales de salud y esperanza de vida y potenciando el progreso.

Esta es la propuesta de las Healthy Smart Cities, ciudades propicias para la innovación urbana con áreas locales atractivas, accesibles, seguras, inclusivas y saludables, que promueven la naturación de los espacios públicos, priorizan la calidad del aire y del agua y la ausencia de ruidos y se fundamentan en la colaboración ciudadana. Urbes con un nuevo marco regulatorio que limite la radiación electromagnética admisible y que mejore la ventilación de los edificios, construidos con materiales libres de tóxicos, su soleamiento, accesibilidad, aislamiento e iluminación. Todo estudiado y medido para que los ciudadanos puedan desarrollar una vida saludable plena.

 

 

6 Galow Arquitectura Saludable Hotel Restaurant Garden Roof GalowProyecto de Rita Gasalla para Galöw. Restaurante ático Hotel Puerta América de Madrid

 

Tenemos la responsabilidad colectiva de trazar una agenda común y alcanzar acuerdos para garantizar unos nuevos y ambiciosos mínimos de salubridad en edificios y ciudades. Es necesario prepararse para el futuro en materia de salud pública y desarrollo tecnológico.

En este contexto, la labor del Observatorio de Arquitectura Saludable que tengo el honor de presidir es fundamental. Además de ofrecer información científica y académica a la comunidad, divulgamos conocimientos sobre arquitectura y salud y recomendamos acciones relevantes a instituciones y autoridades. En nuestro manifiesto recordamos que la vida es un privilegio y que preservarla es un desafío. Sobre todo, en las ciudades modernas, cada vez más grandes y más hostiles con las personas.

Me gusta recordar que la arquitectura es la expresión de lo que queremos como sociedad. Nos permite preguntarnos sobre los espacios y las dinámicas que queremos que existan en ellos y, además, sobre la realidad que queremos configurar y que trasciende a las futuras generaciones.

La arquitectura ha sido desde los orígenes de la humanidad un instrumento para mejorar la vida y la salud de las personas, promoviendo su desarrollo y bienestar. Hoy sigue siendo la herramienta que nos permitirá convertir una ciudad enfermante, en un espacio colectivo cuidador y lleno de oportunidades.

En el libro “La ciudad en la historia”, el historiador urbano Lewis Mumford escribió que “quizás la mejor definición de la ciudad en sus aspectos más elevados es decir que es un lugar diseñado para ofrecer los espacios más amplios para promover conversaciones significativas”. Y esas conversaciones significativas solo son posibles si la ciudad es saludable.  Porque es mucho más que una gran superficie densamente poblada. La ciudad es cultura, liderazgo, inclusión, diseño, creatividad y debe representar salud y bienestar para quienes la habitamos.

Con la arquitectura saludable estamos construyendo el futuro.

 

Artículo completo en la revista Ciudad Sostenible

 

Arquitectura saludable y neuroarquitectura: rehabilitar para vivir más y mejor (iRehabitae)

 

La CEO de Galöw y presidenta del Observatorio de Arquitectura Saludable (OAS) firma en el número de julio de 2023 de la revista iRehabitae un artículo titulado «Arquitectura saludable y neuroarquitectura: rehabilitar para vivir más y mejor«.

En este artículo, Gasalla explica por qué hay que ir más allá de los criterios de sostenibilidad y eficiencia energética a la hora de acometer obras de rehabilitación y mejora en viviendas, oficinas, o cualquier otro tipo de espacio construido.

En este artículo hace un repaso de todos aquellos factores que tenemos en cuenta en la arquitectura saludable y la neuroarquitectura y que impactan en el bienestar físico, mental y social de las personas.

Como escribe nuestra CEO, «Más allá de la eficiencia energética, con la arquitectura saludable y la neuroarquitectura rehabilitamos para vivir
más y mejor».

 

Artículo completo

 

Firma iRehabitae

 

Rehabilitar, por salud. Por Rita Gasalla (CIC Construcción)

Artículo de Rita Gasalla en la revista CIC Construcción

 

En los últimos años, en buena parte debido a la crisis energética e inflacionaria que estamos viviendo, se ha tendido a identificar rehabilitación con eficiencia energética. Reformar para ahorrar. Pero rehabilitar debería ser mucho más. Podemos mejorar el entorno urbanístico y los espacios cerrados en los que pasamos alrededor del 90% de nuestras vidas, impactando así positivamente en nuestra salud y bienestar.

En España, tenemos mucho trabajo por hacer porque tenemos el parque construido más envejecido de Europa, con aproximadamente 10 millones de viviendas susceptibles de ser rehabilitadas. El 80% del parque edificado en nuestro país tiene más de 20 años. Eso significa, que la calidad de vida de muchos millones de personas está comprometida porque como demuestran los estudios científicos, existe una relación directa entre las condiciones de la vivienda y la salud de sus ocupantes.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las condiciones inadecuadas de las viviendas causan solo en Europa más de cien mil muertes y morbidades al año. Un 15% de la población europea vive en una casa con goteras, humedades en las paredes o suelos, y deterioro en los elementos estructurales o la carpintería. Un 20% vive en una vivienda que no le protege del calor excesivo en verano y un 13% en una que no le proporciona suficiente calor en invierno. Lo más habitual es que reúnan más de un factor de riesgo.

Más de 13 millones de viviendas en España no cuentan con ninguna medida pasiva de ahorro energético. Aquí los fondos Next Generation son una oportunidad histórica para su mejora, si bien estamos constatando dificultades y retrasos en el acceso de los ciudadanos a las ayudas. El Gobierno central y las Comunidades Autónomas tienen la responsabilidad de promover y agilizar el acceso a esa financiación.

El confort higrotérmico, además de reducir el consumo de energía tiene un impacto positivo en nuestra salud y bienestar. Por el contrario, las temperaturas fuera del rango (19º-24º centígrados) pueden provocar problemas físicos como deshidratación, dolores de cabeza, enfermedades respiratorias y dermatológicas o vómitos. El año pasado el exceso de calor causó en España unas 3.800 muertes solo en los meses de julio y agosto. Una temperatura inadecuada afecta también a nuestro estado de ánimo y reducen la productividad hasta un 10%.

Mejorar la calidad del aire que respiramos es otro de los grandes retos a los que nos enfrentamos y que debemos abordar en el proceso de rehabilitación. En los interiores, el aire está de promedio entre 3 y 5 veces más contaminado que en el exterior.

Contamos con el recurso tradicional de la ventilación cruzada, pero no es conveniente usarla en entornos contaminados. En estos casos, podemos instalar sistemas de ventilación mecánica de doble flujo que permiten mejorar la calidad del aire interior con filtros que purifican el aire procedente del exterior. Si además incorporamos un intercambiador de calor, reduciremos los costes energéticos. La calidad del aire es fundamental para preservar la salud pública, convirtiéndose en un factor estratégico para la economía de cualquier país.

La luz es otro de los elementos más importantes a tener en cuenta. Sorprende que España, el país del sol, tenga la mayor proporción de viviendas con luz natural insuficiente de Europa. Uno de los principales problemas que detectamos durante la pandemia, cuando tuvimos que aislarnos en nuestras casas, fue la falta de acceso a espacios exteriores, como jardines o terrazas. No es una cuestión menor porque la luz del sol regula nuestros ritmos circadianos ayudándonos a mejorar el estado de ánimo, la capacidad cognitiva, y la calidad del sueño.

Para disfrutar de las ventajas de la entrada de sol en las viviendas en invierno, la orientación y el soleamiento juegan también un papel importante, como los elementos arquitectónicos que nos protegen del sobrecalentamiento que se produce en verano. De esta forma podremos disfrutar del bienestar que ya nuestros antepasados resumían en este refrán: “donde entra el sol no entra el médico”.

Otro factor clave a la hora de rehabilitar los espacios construidos es el confort acústico. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), uno de cada cinco europeos vive expuesto a niveles de ruido nocivos para su salud. En Europa se registran alrededor de 12.000 muertes prematuras por la contaminación acústica que causa problemas de sueño y concentración, ansiedad, enfermedades nerviosas, cardiovasculares y auditivas.

Se estima que el 93% de los edificios en España fue construido antes de la entrada en vigor de la normativa actual que sí contempla actuaciones para reducir la exposición al ruido de las personas. Nuevamente, la rehabilitación se plantea con solución a esta situación. Podemos y debemos mejorar el confort acústico, más allá del habitual cambio de ventanas, por ejemplo, con una adecuada hermeticidad de la envolvente de los edificios que refuerza el confort acústico y aumenta considerablemente el confort térmico, y con actuaciones a nivel urbanístico como la peatonalización de las calles y la reducción del tráfico, principal fuente de ruido y contaminación en las ciudades.

Las rehabilitaciones en masa nos permiten además reducir notablemente las emisiones de CO2 a la atmósfera de las ciudades. No olvidemos que el 70% de los gases de efecto invernadero procede de los núcleos urbanos. En Madrid, los inmuebles son responsables del 35% de las emisiones de CO2 que llegan a su atmósfera.

Aquí también juega un papel fundamental la naturación de los espacios. Rehabilitando con criterios biofílicos, introduciendo parques, jardines, árboles, plantas y cubiertas y fachadas verdes, contribuimos a mejorar la calidad de vida de las personas. Estar cerca y en contacto con la naturaleza nos proporciona bienestar físico y mental. Además, contribuye a mitigar el calentamiento urbano, ahorrar energía y mejorar la calidad del aire y el confort higrotérmico en edificios y ciudades.

La vegetación también nos ayuda a crear entornos bellos, relajantes y curativos, donde es más fácil relacionarse y que, por lo tanto, incrementan la cohesión social. Edificios tan importantes como hospitales, residencias, centros de salud o colegios, deberían rehabilitarse aplicando los criterios de arquitectura saludable para evitar ser enfermantes y convertirse en el tercer cuidador de sus usuarios. También deben ser accesibles, flexibles e inclusivos, dando relevancia a la arquitectura de elección, que es la que nos permite diseñar arquitectónicamente para que la gente tome decisiones que benefician a su salud como hacer ejercicio, comer bien, dejar de fumar o reunirse.

La arquitectura es un gran vertebrador de la sociedad y una herramienta de justicia social.  La rehabilitación del envejecido parque edificado español es urgente e inaplazable porque mejoraría las condiciones de vida de los ciudadanos, y articularía una sociedad más comprometida.

El sector de la construcción es consciente y está comprometido con la huella de carbono, la rehabilitación energética y la sostenibilidad, pero hay que pedirle más. También a los ayuntamientos, para que apuesten por la arquitectura saludable para mejorar la salud y el bienestar físico, mental y social de las personas.

En 1974, Marc Lalonde estableció los determinantes de la salud, según los cuales, un 62% de ella depende de nuestro estilo de vida y nuestro entorno. Eso significa que la alimentación, hábitos y espacios que ocupamos influyen más en nuestra salud que la herencia genética y la asistencia sanitaria que determinan sólo el 38% restante.

Por eso es tan importante rehabilitar aplicando los criterios de la arquitectura saludable, yendo más allá de la sostenibilidad y la eficiencia energética. Queda mucho por hacer porque en España la tasa de rehabilitación es muy inferior a la media europea. Para cumplir los objetivos marcados para 2050, tendríamos que ser capaces de rehabilitar 350.000 viviendas al año, es decir, una tasa de rehabilitación alrededor del 3,5% anual (ahora estamos en el 0,8%).

No se trata de construir más sino de construir mejor y de rehabilitar lo ya construido. Como se indica en el “Manifiesto la descarbonización comienza con la rehabilitación”, suscrito entre otras entidades por el OAS, “la rehabilitación de los edificios es un pilar fundamental no sólo para alcanzar una economía sostenible y resiliente, sino también para la recuperación económica tras la pandemia de la Covid-19”.

Rehabilitación y arquitectura saludable son el binomio perfecto.

 

Publicado en CIC Construcción. Marzo 2023

 

Arquitectura saludable: la salud de los empleados y el éxito de las organizaciones, por Rita Gasalla

Artículo de Rita Gasalla, CEO de Galöw Arquitectura Saludable, en Formación en Seguridad Laboral

Después de unos meses en los que el teletrabajo era la única opción posible, hemos vuelto a trabajar a la oficina. Aunque no de la misma manera.

Muchas empresas han tenido que readaptar sus organizaciones tras la pandemia para atender a un modelo de trabajo híbrido, combinando presencialidad y teletrabajo para garantizar la salud y el bienestar de la plantilla.

Aunque muchas organizaciones consideran que es necesario que los empleados acudan a sus espacios de trabajo para generar el intercambio de ideas que hace progresar a las compañías, hay quienes se resisten a volver. Tal es así que algunos días las instalaciones están prácticamente vacías.

Siempre ha sido importante, pero en estos momentos en los que las empresas necesitan atraer y fidelizar el talento, es fundamental diseñar espacios de trabajo atractivos y saludables, reinventando las oficinas para que sean lugares seguros e inspiradores, en los que los empleados deseen estar.

Las oficinas han dejado de ser meros espacios físicos donde ir a trabajar para convertirse en espacios de participación, ideados para promover la creatividad y productividad de las personas y la inteligencia de los equipos. La arquitectura saludable nos permite diseñar y construir espacios de trabajo pensados por y para las personas. Es una propuesta de valor para las organizaciones.

¿Por qué? En cualquier empresa, los costes de personal suponen el 90% de los costes operativos, por lo que cualquier actuación sobre esa partida afecta al balance de resultados. La arquitectura saludable permite rebajar hasta en un 30% el absentismo laboral actuando sobre diversos factores.

 

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Artículo Formación En Seguridad Laboral

Arquitectura saludable frente a arquitectura sostenible, por Rita Gasalla (El Economista)

Artículo de Rita Gasalla, CEO de Galöw, en El Economista.

Artículo El Economista

Muy a menudo escucho cómo se confunden o utilizan indistintamente los términos sostenible y saludable para referirse a la arquitectura que desarrollamos profesionales como yo. Sin embargo, teniendo ambas el propósito del bien común, no son lo mismo: mientras la arquitectura sostenible pone el foco en el planeta, la arquitectura saludable lo pone en las personas.

Cuando hablamos de arquitectura sostenible, nos referimos al impacto que los espacios construidos tienen sobre el medio ambiente. El sector de la construcción es uno de los más contaminantes, siendo responsable de hasta un 40% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, según la Alianza Global para los Edificios y la Construcción (GlobalABC). Para controlar esta huella, es importante actuar sobre los edificios y el urbanismo en su conjunto. En el caso de España, el 80% del parque inmobiliario está obsoleto y es ineficiente, por lo que hay más edificios contaminantes que sostenibles. La aplicación de los estándares medioambientales y de eficiencia energética, se certifique o no un edificio, mejora algunos de los aspectos relacionados con la salud de los ocupantes, como el confort higrotérmico, la calidad del aire y el aislamiento acústico, pero esto no es suficiente. Puede darse el caso de tener un espacio sostenible que no sea saludable.

La arquitectura saludable va un paso más allá de la sostenibilidad, y además de asumir las premisas medioambientales, se centra en el impacto que tienen los espacios construidos sobre la salud de las personas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud es “un estado completo de bienestar físico, psíquico y social”. La arquitectura puede impactar positivamente en estos tres aspectos, ya que, de promedio pasamos el 90% de nuestras vidas dentro de edificios. Desde que en 1974 Lalonde estableciera los “determinantes de salud”, hoy ampliamente aceptados, se considera que el 62% de nuestra salud depende de estilo de vida y entorno.

Es decir, la alimentación, nuestros hábitos y los espacios que ocupamos influyen más en nuestra salud que la suma de factores de herencia genética y calidad de la asistencia sanitaria, que determinan el 38% restante.Un proyecto arquitectónico puede añadir o restar valor a una promoción inmobiliaria. Además de proponer el mejor diseño, llegará el momento en que solo se considere de calidad si es saludable. Será una cuestión estratégica.

 

 

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Cómo conseguir el bienestar de las personas en los espacios de trabajo, por Rita Gasalla (ELLE Decor)

Galow Arquitectura Saludable Oficinas Kearney

Recientemente leía un artículo que aseguraba que un edificio inteligente es aquel que emplea la tecnología más avanzada y reduce los costes de funcionamiento. Indudablemente esos aspectos son fundamentales, pero habría que añadir que no hay edificio inteligente si no es saludable.

La pandemia nos ha obligado a repensar los espacios de trabajo, para que además de innovadores, tecnológicamente avanzados y eficientes, sean seguros y saludables.

Ahora, esos espacios deben responder a las necesidades de las personas, con un nuevo modelo, flexible, que permita distintas formas de trabajar; que atraiga y retenga el talento y que ofrezca mejores experiencias a los usuarios. Todo ello sin incrementar costes.

En este contexto, se abren paso nuevos conceptos como el “agile workplace”, un espacio de trabajo ágil, como su nombre indica, en el que un equipo de personas, con libertad y autonomía, construyen colectivamente en un entorno que favorece la comunicación y la relación entre compañeros. Y, además, reduce el estrés, mejora el ambiente laboral y el compromiso con la empresa.

Todos podemos comprender que este ambiente amable favorece la creatividad y la productividad de los equipos. Las empresas son más conscientes que nunca de que para ser competitivas deben proteger y potenciar su principal activo, el capital humano. Y aquí es donde entran en juego la Arquitectura Saludable y la neuroarquitectura, porque los espacios construidos, como certifican prestigiosos estudios realizados al respecto, impactan en el bienestar físico y mental de las personas y en su productividad.

Como decía, no hay entorno inteligente, si no es saludable. Y eso lo medimos con parámetros que nos permiten detectar qué beneficia y qué perjudica a las personas y cómo, por lo tanto, podemos reducir los costes por absentismo laboral.

 

¿Qué factores medimos para saber si un espacio de trabajo es saludable? Los fundamentales son la calidad del aire; el confort acústico e higrotérmico y la iluminación.

 

Sobre la calidad del aire se ha escrito mucho en los últimos años por razones obvias. Lo cierto es que estudios anteriores a la pandemia ya alertaban sobre la importancia de ventilar y filtrar el aire que respiramos, para eliminar las partículas nocivas y para potenciar la capacidad intelectual de las personas.

Los espacios mal ventilados nos provocan dolor de cabeza, fatiga, congestión nasal, mareos, náuseas…Este conjunto de síntomas derivados de la exposición prolongada a espacios mal ventilados, ya se definió en 1984 por la Organización Mundial de la Salud, como el síndrome del edificio enfermo (SBS). Yo prefiero llamar a ese tipo de edificios enfermantes para que se entienda que es el edificio el que provoca problemas de salud a las personas.

 

Estudios realizados por el “International Well Building Institute” demuestran que una mejor calidad del aire incrementa la productividad entre un 8% y un 11%.

También alertan sobre otros factores como el ruido que puede reducir la eficiencia en el trabajo hasta un 60%.  Para evitar el ruido, es tan importante el aislamiento como el acondicionamiento acústico de los espacios. El ruido afecta a nuestro bienestar físico y mental, reduciendo nuestra concentración e influye negativamente en la calidad de nuestro trabajo. También altera los sistemas cardiovascular y endocrino.

 

Otros de los factores clave son temperatura y humedad. Todos sabemos que los valores para alcanzar el confort higrotérmico varían entre los diferentes individuos, pero debemos automatizar el ajuste a las preferencias de los usuarios, ya que, si trabajamos en condiciones térmicas desfavorables y con niveles de humedad inadecuados, podemos sufrir dolores de cabeza, cansancio, problemas de concentración, irritabilidad y hasta alteraciones cardiacas.

 

En la iluminación, lo ideal es aprovechar al máximo la luz natural durante el día, y complementarla con iluminación artificial con buena reproducción cromática y a ser posible adaptada a los ritmos circadianos, aquellos que regulan a lo largo del día procesos biológicos como el sueño. La calidad, intensidad y dirección de la luz condiciona nuestro confort visual y es fundamental para poder dormir bien y evitar dolores de cabeza. Una iluminación incorrecta reduce nuestro rendimiento.

 

Hay además otros factores importantes como la naturación. Introducir plantas vivas tiene un probado efecto positivo en nuestro estado de ánimo, nos inspiran y purifican el aire. Estudios de las Universidades de Cardiff y Exeter certifican que tener plantas o disfrutar de buenas vistas aumenta la productividad hasta un 15%.

 

Los espacios impactan en nuestra salud física y mental, y, la neuroarquitectura, analiza científicamente cómo los entornos modifican nuestras emociones y nuestros procesos cognitivos. Es una herramienta muy útil que traslada las sensaciones que nos provocan los espacios construidos a datos medibles.  Surgió a mediados del siglo pasado, a raíz de la experiencia del virólogo Jonas Salk, descubridor de la vacuna de la polio. Un viaje a Italia, y un entorno único, como la Basílica de San Francisco de Asís, le permitieron terminar con éxito sus investigaciones. Más tarde contactaría con el arquitecto Louis Kahn con el que construyó el Instituto Salk, referencia mundial en biología y neuroarquitectura.

 

Esta disciplina lleva décadas entre nosotros, y en la actualidad se complementa con la arquitectura saludable, el agile workplace, del que hablamos al principio, o el lean office, una filosofía de trabajo que tiene como objetivo optimizar las tareas administrativas, ahorrando costes e incrementando la productividad.

Estamos construyendo un nuevo paradigma sustentado en los pilares de la salud, el bienestar, la inclusión y la sostenibilidad, que es además de social, competitivo y rentable.

 

Artículo de Rita Gasalla, publicado en Revista IFMA edición 17.

 

La gran oportunidad de la energía solar en España, por Felipe Fernández Espejel

 

Paneles Solares

Vivimos en uno de los países más soleados de Europa. En España disfrutamos de unos 300 días de sol al año, unas 2.500 horas anuales. En el norte no se alcanzan esos valores medios, pero si nos situamos en el sur, algunas zonas superan las 3.000 horas anuales de sol.

 

España es un país privilegiado, un lugar idear para aprovechar los beneficios de la energía solar. Sin embargo, no estamos entre los mayores productores de energía solar en Europa, que son Alemania (38%) e Italia (17%). Nos adelantan también Reino Unido (11%) y Francia (7%). España ocupa el quinto lugar (5%).

 

Conscientes de que estamos desaprovechando una de nuestras grandes oportunidades para obtener energía de las renovables, en 2019 se promulgó la ley de autoconsumo RD 244/2019, que introduce numerosos cambios que incentivan la producción de energía solar:

 

✅ Se eliminan las tasas en la generación fotovoltaica (el famoso “impuesto al sol”, que penalizaba el autoconsumo eléctrico).

✅ Hay una redefinición de la compensación de excedentes. Si tus paneles solares generan más energía de la que consumes, esta es vertida a la red eléctrica y la compañía comercializadora la descuenta de la factura, aunque con un precio más bajo que el de venta de la compañía.

✅ Se permite el autoconsumo compartido (comunidades de vecinos y asociaciones).

✅ Se eliminan los límites de potencia de las instalaciones fotovoltaicas (anteriormente no se podía sobrepasar la potencia contratada).

✅ Producción de terceros. Se autoriza el alquiler de tajeados para que terceros generen electricidad y se compartan los beneficios.

 

A raíz de la pandemia, en Europa se formaliza el Plan de Recuperación para Europa, NextGenerationEU, que tiene entre sus grandes objetivos la descarbonización de nuestra economía.

Para ello, el Gobierno, el 29 de junio de 2021 promulga el Real Decreto 477 por el que se aprueba la concesión directa de ayudas para la ejecución de diversos programas de incentivos ligados al autoconsumo y al almacenamiento con fuentes de energía renovables. La concesión de las ayudas de este Real Decreto permite a las Comunidades Autónomas destinar los créditos correspondientes a los destinatarios últimos previstos en el mismo. A partir del mismo, cada Comunidad debe regular dichas ayudas.

 

En Madrid, la Comunidad comunicó el viernes 5 de noviembre que otorgaría ayudas de hasta 3.000 euros para la colocación de paneles solares. El 8 de noviembre la Fundación de la Energía de la CAM anunció que gestionará 87.349.111,30 € en ayudas para la realización de instalaciones de autoconsumo y almacenamiento de energía, destinadas a particulares, empresas y edificios públicos, así como para la instalación de sistemas térmicos renovables en el sector residencial. La cuantía de las ayudas estará determinada en función de la potencia instalada, las características técnicas de cada instalación y la naturaleza del beneficiario.

En el caso de la implantación de autoconsumo fotovoltaico, los incentivos alcanzan los 600 €/kWp, para actuaciones en el sector residencial y los 1.000 €/kWp, para administraciones públicas y tercer sector. La incorporación de sistemas de almacenamiento en instalaciones existentes está subvencionada con ayudas de hasta 490 €/kWp.

 

Además, el pasado 6 de octubre se publica el Real Decreto 19/2021, en el que se modifica la ley 49/1960 de Propiedad Horizontal, cambiando las reglas para acuerdos de las Juntas de Propietarios en lo tocante a la instalación de paneles fotovoltaicos: la aprobación será por mayoría y el propietario disidente estará obligado al pago y el coste de estas obras, que tendrán la consideración de gastos generales.

Hay además otras ayudas para la instalación de paneles solares que pueden ser muy interesantes:

  • Bonificaciones en el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI). En Madrid, bonificación del 50% en la cuota del impuesto durante 3 años a contar desde el otorgamiento de la calificación definitiva, siempre que se solicite en el mismo año de la calificación.
  • Bonificaciones del ICIO (impuesto sobre construcciones, instalaciones y obras). La Comunidad de Madrid ha informado que se elimina la obligación de pedir licencia de obra para la instalación de paneles fotovoltaicos.
  • Deducciones del IRPF. Entre las medidas urgentes contempladas en el Real Decreto-Ley 19/2021 se encuentra deducciones del IRPF, que varían entre un 20% y un 60%, por instalación de placas solares u otras energías renovables en viviendas, con unos límites para cada caso.
  • Ayudas autonómicas puntuales.

Los beneficios que tiene para el planeta el uso de la energía solar, son evidentes. Pero, ¿cuánto nos podemos ahorrar nosotros si colocamos paneles fotovoltaicos en nuestra casa? ¿Merece la pena colocarlos?

Viendo la escalada de precios del gráfico de abajo, parece claro que sí. Y el gráfico no actualiza la escalada de precios de diciembre, que ha sobrepasado ya los 400 euros/kw/h.

Pero, además, hay que tener en cuenta varios aspectos:

1.- Eficiencia de los paneles. A mayor eficiencia, mayor generación. Depende de varios factores:

  • Fachada en la que se coloquen.
  • Inclinación respecto a la horizontal.
  • Tipo y antigüedad del panel. Con el tiempo, pierden eficiencia. A mayor calidad, menor pérdida.
  • Condiciones meteorológicas: nubes, temperatura…

2.- Hábitos diarios.

  • Cuanta más demanda eléctrica coincida con las horas de sol, más rentable es la instalación, porque no se usarán KW de la red, sino de los generados.
  • Conexión de elementos de movilidad durante el día: coches, motos, bicis, patinetes…
  • Conexión de electrodomésticos durante el día: horno, lavadora, lavaplatos, cocina vitrocerámica, microondas …

3.- Energía generada por los paneles. Hay diversos elementos que necesitan mucha energía ( coches eléctricos, horno,…) y cuyo consumo puede durar varias horas. Ese tiempo debe hacerse coincidir con las horas de mayor generación de los paneles.

4.- Almacenamiento de la energía. Actualmente, las baterías son muy caras y difíciles de amortizar, pero están evolucionando muy rápido y los precios acabarán bajando en unos años. El grafeno es el gran esperado. Aislante, superconductor, flexible, transparente, inagotable, es el material del futuro.

 

Resumiendo, el ahorro con la instalación de los paneles solares, es significativo, pues se produce por varias vías:

  • Energía generada por los paneles y que no consumes de la red. Hay que tener en cuenta que actualmente el KWH está casi a 0.40 euros/kwh.
  • Energía generada y no consumida, vertida a la red, y que la comercializadoras está obligada a comprar, aunque a un precio sensiblemente inferior al de venta.
  • Subvenciones directas a la instalación, a través de las CCAA, por la regulación del Real Decreto 477.
  • Bonificaciones municipales en el ICIO y en el IBI.

Es una cuestión de ahorro y de supervivencia en un escenario de cambio climático irreversible.

La energía solar fotovoltaica desempeñará sin duda un papel central en una nueva economía energética sostenible, 100% descarbonizada, que utilice además otras fuentes de energía renovables como la eólica y la hidroeléctrica.

 

Artículo publicado con anterioridad en LinkedIn

Qué es la neuroarquitectura y cómo puede mejorar tu vida.- Artículo de Rita Gasalla en Elle Decor

 

Rita En Elle Decor 2

Uno de los grandes aprendizajes que nos está dejando la pandemia es que el entorno en el que vivimos y trabajamos influye en nuestra salud, nuestro estado de ánimo y nuestra productividad.

¿Qué es lo que pasa en nuestro cerebro cuando día tras día tenemos que movernos en ciertos espacios cerrados? ¿Qué reacciones provocan los diferentes colores, proporciones, las vistas, la iluminación, la calidad del aire o los sonidos?

Hoy podemos responder a estas preguntas gracias a la neuroarquitectura. Podemos incluso saber cómo impactarán los espacios que estamos proyectando en las personas que los van a ocupar antes de su construcción. Esto importa ya que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), nos pasamos de promedio el 90% de nuestra vida en espacios cerrados. Nuestro entorno, el más próximo de nuestras viviendas u oficinas, y el más amplio de nuestros barrios y nuestras ciudades, impacta en nuestra salud y procesos cognitivos. Está probado, por ejemplo, que tener zonas verdes próximas reduce los niveles de cansancio mental y estrés y aumenta nuestro bienestar.

La neuroarquitectura es un área de la arquitectura que, con datos y evidencias científicas en mano, analiza de forma objetiva y sistemática cómo los espacios construidos modifican nuestras emociones y nuestras capacidades. Su objetivo es construir espacios que mejoren la productividad y el bienestar de las personas. Esta disciplina, traslada las sensaciones que nos provocan los espacios a datos medibles, lo que nos permite analizar desde el punto de vista científico qué nos provocan los espacios construidos y buscar soluciones utilizando herramientas médicas e innovaciones tecnológicas.

Artículo completo publicado en Elle Decor el 24 de enero de 2022.

Leer en Elle Decor Italia

 

«Liebre por gato» con la arquitectura saludable, por Rita Gasalla

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Una de las expresiones populares más conocidas en España es la de “dar gato por liebre”. De esta forma nos referimos a quien intenta engañarnos en la calidad de una cosa, dándonos algo parecido, pero peor.

 

El origen más probable de esta expresión, habría que buscarla en las prácticas de las que se acusaba antaño a los venteros, y que consistirían en dar carne de gato a quienes pedían liebre.

 

En mi familia, muy dados al uso de refranes y expresiones populares, dábamos la vuelta a la tortilla cuando queríamos hablar precisamente de lo contrario. Es decir, cuando se daba algo mejor de lo que se nos había pedido.

 

Como arquitecta, muchas veces doy “liebre por gato” a la hora de llevar a cabo los proyectos. Porque, aunque son ya muchas las personas que tienen noticias sobre arquitectura saludable, todavía hay quienes no conocen todos sus criterios, sus posibles aplicaciones y sus beneficios.

 

Así es que cuando alguien me encarga un proyecto para construir o reformar sus espacios de trabajo o sus hoteles, nos ponemos manos a la obra para ofrecer más. Se trata de aprovechar cada oportunidad para mejorar la calidad de vida de las personas.

 

Frente a las apuestas tradicionales, utilizamos materiales antibacterianos, pinturas que absorben C02 o moquetas que retienen las partículas de polvo más finas.

Además, optamos por los sistemas que mejoran la calidad del aire; materiales fonoabsorbentes; iluminación regulable y adaptada a los ritmos circadianos; equipos de purificación de agua; zonificación de temperatura con controles individualizados; extracción mecánica del radón, mobiliario activo y ergonómico o naturación de los espacios.

 

En un artículo es muy difícil, por no decir imposible, incluir todas las posibilidades que nos ofrece la arquitectura saludable, ayudada en los últimos años por la tecnología, pero también recuperando criterios y conocimientos acumulados a lo largo de la historia de la humanidad.

 

La situación actual, golpeados por la pandemia, preocupados por la sostenibilidad y el medio ambiente, nos obliga a reflexionar profundamente sobre nuestra forma de vida actual y nuestro modelo de futuro. Vivimos un cambio de paradigma global, con la arquitectura saludable como pieza clave en la construcción de nuestro futuro.

 

Los edificios en los que habitamos y trabajamos, los espacios cerrados en los que pasamos el 90% de nuestras vidas, deben ser seguros, protegernos de las enfermedades, convertirse en medicina preventiva.

 

Eso sucede cuando diseñamos espacios en los que garantizamos la calidad del aire, confort térmico, acústico y lumínico y mobiliario y ambientes ergonómicos. Nuestra salud y nuestra vida mejoran si no estamos expuestos a tóxicos de materiales de construcción y si estamos más descansados porque los espacios nos generan bienestar mental y nos liberan del estrés.

 

Según estudios de UC Berkeley, una mejor calidad del aire mejora la productividad entre un 8% y un 11%; tener vistas a un espacio natural incremente la concentración un 15% y el ruido o una temperatura inadecuada pueden reducir nuestra productividad hasta un 60%.

 

La arquitectura saludable no es un gasto. Es una inversión rentable porque por un desembolso moderado obtenemos grandes beneficios.
Dar libre por gato, nunca fue mejor negocio.

 

Publicado con anterioridad en Linkedin.

Más allá del wellness: hoteles más seguros y rentables con arquitectura saludable, por Rita Gasalla (Habitissimo)

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Antes de la pandemia que nos ha cambiado la vida a todos, España era la segunda potencia turística mundial, solo superada por Francia. Casi 84 millones de personas visitaron nuestro país en 2019. En 2020, la cifra se redujo un 77%, hasta los 19 millones de viajeros extranjeros, convirtiéndose en un año negro para el turismo, no solo nacional, sino mundial.

 

El arranque de 2021 tampoco está siendo fácil. En Semana Santa, las restricciones de movilidad, aunque con excepciones, han supuesto un nuevo golpe al sector hotelero. El impacto de la pandemia sobre el sector turístico está siendo tan dramático que recuperar la actividad y la confianza de las personas, es la prioridad. Se trata de salvar miles de negocios que se están jugando su supervivencia.

 

Y ahora, ¿qué ocurrirá en el verano? ¿Se recuperará el flujo de viajeros? Y si es así, ¿está preparando nuestro tejido hotelero para ofrecer garantías a sus huéspedes? ¿Qué puede hacer en estos momentos el sector hotelero? En la respuesta a esta última pregunta puede estar la clave para recuperar nuestra posición estratégica como potencia turística mundial. A nuestro favor está la calidad y cobertura de nuestro sistema sanitario, que sin duda van a jugar un papel esencial en la elección del destino de vacaciones de millones de turistas.

 

Pero, además de tener cerca una buena infraestructura sanitaria, los viajeros quieren tener la certeza de que aquellos espacios en los que van a alojarse, por vacaciones o viajes de negocios, tienen en cuenta tanto su salud como la de sus trabajadores. Porque según la Organización Mundial de la Salud (OMS), pasamos entre un 80% y un 90% de nuestra vida en espacios cerrados. Así es que, si los edificios no reúnen las condiciones adecuadas, se convierten en espacios enfermantes para quienes los habitan.

 

La única alternativa ante lo que podemos denominar “biomiedo” (una falta de confianza en los espacios cerrados) es la prevención. Es decir, la arquitectura saludable.

 

La pandemia nos ha enseñado que la clave del éxito de los negocios es la salud de las personas y ha provocado un cambio de paradigma: los espacios deben mejorar nuestra salud y ayudarnos a prevenir enfermedades. Por eso, los nuevos hoteles deben ser saludables para ser de calidad.

 

Más allá del relax del spa, los hoteles de la era post-covid tienen que poner el foco en la salud de manera integral. Tampoco es suficiente garantizar la limpieza y desinfección de habitaciones y zonas comunes. Debemos trabajar con nuevos estándares de calidad, basados en los principios de la arquitectura saludable, que marquen la diferencia y que devuelvan la confianza en los espacios: los huéspedes quieren seguridad, saber que se alojan en hoteles con medidas eficaces para prevenir posibles contagios.

 

Además, diferenciarse apostando por una arquitectura que cuide el bienestar físico y emocional de las personas, posicionaría a nuestros hoteles entre los más competitivos, resilientes y excelentes del mundo. Por eso es urgente aplicar el nuevo enfoque y los cambios en la industria, porque hay que dar respuesta a las necesidades de las personas y del nuevo mercado.

 

No podemos perder más tiempo. Es el momento de dar el paso y transformar una crisis profunda en una gran oportunidad para convertir nuestros hoteles en negocios modernos, rentables y saludables.

¿Viajamos juntos?

 

Artículo de Rita Gasalla publicado previamente en Habitissimo

Healthy Smart City: comienza la era del urbanismo life centric

Healthy Smart City

Paris era la ciudad medieval insalubre que todos hemos visto recreada en “los Miserables” cuando Napoleón III encargó al Barón Haussmann que la modernizara y la transformara en la ciudad que conocemos hoy, mejorando las condicionas de vida de la población y conteniendo la expansión del cólera, la tuberculosis y otras enfermedades muchos años antes de que aparecieran las primeras vacunas y fármacos eficaces.

 

La preocupación por la salubridad del entorno ha sido una constante en los grandes movimientos de Arquitectura y Urbanismo recientes. La eficacia de la arquitectura como instrumento para favorecer la salud de la población se demostró también con el nacimiento del Movimiento Moderno en los años 20, que con sus exigencias de soleamiento y ventilación contribuyó a mejorar la salud de la población.

En las ciudades actuales destacan sobre todo tres aspectos que inciden en nuestra salud: el ruido, la calidad del aire y el consumo de tiempo en desplazamientos que deriva en estrés. 

Sabemos que los habitantes de distintos barrios de la misma ciudad tienen unas diferencias de esperanza de vida de hasta 10 años. Hemos comprobado en la presente crisis global que los espacios cerrados desempeñan un importante papel en la propagación de enfermedades y en la continuidad operativa de muchas empresas. En suma, los espacios que ocupamos son la clave de muchos desafíos que tenemos como sociedad.

En este sentido, la pandemia ha tenido un efecto contundente: surge la necesidad de firmar un nuevo acuerdo social que priorice la salud de los ciudadanos a través de los edificios y ciudades. 

Lograrlo nos exige trabajar con una mirada más amplia en las ciudades del futuro: para que sean realmente inteligentes (Smart), tienen que ser necesariamente saludables (Healthy). Y lo cierto es que a través de la ciencia, la tecnología y la arquitectura, es posible ofrecer a nuestras sociedades una esperanza y calidad de vida mucho mayor.  

En Europa, la transformación comenzó con las peatonalizaciones de los centros históricos, que dieron lugar a supermanzanas, donde el individuo recuperó el protagonismo respecto a los vehículos, se redujo en gran medida la contaminación del aire y el ruido, los ciudadanos volvieron a ocupar las calles a pie y el comercio local incrementó sus ventas. 

El éxito de este modelo llevo al policentrismo, en el que se promueven la creación de microcentros en los que se recupera la vida del barrio, en detrimento del centro único de la ciudad. Esto implica facilitar la vida cotidiana del ciudadano a una distancia que se pueda recorrer a pie o en bicicleta y que pueda atender así a sus necesidades diarias.

Con ello se reducen los tiempos de desplazamientos en vehículos particulares, que suponen un gran consumo de energía, producen contaminación acústica y atmosférica, además de ser depredadora de tiempo y generadora de sedentarismo.

Las previsiones, a falta de introducir las correcciones por la presente pandemia, indican que, en 30 años, entre el 80-90% de la población mundial vivirá en ciudades. Las propuestas urbanas, además de responder a los retos de abastecimientos y suministros, gestión de residuos, de tráfico y construcción, deben tener como prioridad facilitar a sus ciudadanos la mayor calidad y esperanza de vida posible. 

Nunca antes como ahora había estado la salud en la agenda pública y esto ha abierto la posibilidad de plantear un nuevo modelo urbano más allá de la eficiencia y la automatización de sus dinámicas: se tratará de algo más poderoso, un cambio de paradigma de calidad en las ciudades: que sean sostenibles, inteligentes y eficientes energéticamente y que gestionen óptimamente sus residuos no es suficiente. Ahora deben tener la prioridad de preservar la salud de sus habitantes y prevenir enfermedades. Esa es la propuesta de la Healthy Smart City, un lugar propicio para la innovación urbana.

Por eso aboga por unas áreas locales atractivas, accesibles, seguras, inclusivas y saludables, promueve la naturación de los espacios públicos, prioriza la calidad del aire y del agua, la ausencia de ruidos y se apoya en la colaboración ciudadana y en la tecnología. Propone un marco regulatorio que limite la radiación electromagnética admisible y que incentive que los edificios sean ventilados, soleados, accesibles, bien aislados, bien iluminados y construidos con materiales libres de tóxicos. Todo ello para que la población pueda desarrollar una vida saludable tanto física como emocionalmente.

Tenemos la responsabilidad colectiva de trazar una agenda común y unos acuerdos que nos permitan garantizar unos nuevos mínimos de salubridad de los edificios y ciudades, que además de detener el avance de la pandemia, nos preparen para el futuro.

Por eso, es fundamental que surjan iniciativas como el Observatorio de Arquitectura Saludable, recientemente creado para proveer información científica y académica a la comunidad; divulgar conocimiento sobre arquitectura y salud, y en recomendar acciones relevantes para las autoridades e Instituciones.

 

En su Manifiesto, el Observatorio hace una afirmación que condensa el propósito de un urbanismo life centric: “La vida es un privilegio y preservarla es un desafío”. Ahora más que nunca, merece la pena recordarlo.

 

 

Arquitectura Saludable. La ciencia contra el miedo, por Rita Gasalla

La Ciencia Contra El Miedo

Tras el confinamiento, profesionales de diversos sectores volverán al trabajo en un ambiente enrarecido. El virus que detuvo el mundo cambió también los paradigmas de seguridad, bienestar y calidad en las oficinas. El desafío es recuperar la confianza y la ciencia será la clave para lograrlo.

Estamos viviendo cambios muy importantes. Uno de ellos es que como sociedad hemos puesto la salud en el centro de nuestras prioridades y eso impacta -como es de esperar- en la cotidianidad laboral, en sus dinámicas y espacios.

A la finalización gradual del confinamiento le sigue la reactivación de las oficinas. Un panorama en el que varios paradigmas se están replanteando. Atrás van quedando el ratio de ocupantes por metro cuadrado y la eficiencia energética como criterios de calidad. Ahora otras preguntas ocupan a arquitectos, usuarios y empresarios: ¿Qué significa la seguridad en el trabajo? ¿Cuáles son los nuevos mínimos de bienestar laboral? ¿Qué estándares de calidad deberían cumplir las oficinas?

Aunque estamos avanzando en la comprensión y construcción de una nueva normalidad, y algunas certezas llegarán sobre la marcha, lo cierto es que la seguridad, el bienestar y la calidad coinciden en un punto insoslayable: los espacios deberán ser saludables o no serán ni seguros, ni beneficiosos, ni de calidad. Y si eso sucede, tampoco serán confiables para los trabajadores, clientes y la sociedad en general.

Las empresas tendrán que tomar medidaspara recuperar la tranquilidad colectiva, que van desde mantener el distanciamiento social y el teletrabajo, a acometer medidas arquitectónicas físicas, perdurables y monitorizadas en tiempo real, que minimicen los contactos y erradiquen las bacterias y los virus del aire y de las superficies de contacto, pues el Covid-19 ha demostrado que los espacios laborales juegan un papel esencial en la prevención y contención de enfermedades, por lo que deben estar mejor preparados para situaciones similares que no solo ponen en riesgo la vida, sino la estabilidad económica y social de todo el país.

Al cambiar la normalidad, también lo hacen los espacios

El derrumbe de los paradigmas de calidad y seguridad en oficinas da lugar a cambios importantes y evidentes: la salubridad será el nuevo primer criterio de compañías para elegir sus espacios, tendremos nuevas normativas, cobrarán especial relevancia los certificados y sellos de arquitectura saludable que validen en tiempo real la salubridad de los espacios y de los edificios y, como estamos viendo, se seguirán modificando las dinámicas convencionales de trabajo.

El teletrabajo junto a la universalización de las videoconferencias ha provocado un replanteamiento abrupto en los modelos gestión de empresas y de personas así como un avance rapidísimo en la digitalización. El resultado del cambio ha convencido a muchas empresas y empleados, y algo que parecía temporal, se convertirá en definitivo en muchos casos. Esto va a tener gran impacto en varias dimensiones, como son lareducción de espaciosde oficina, de la movilidad, de la contaminación y del consumo de recursos, y por otro lado, un aumento de tiempo disponible para el empleado, y según apuntan algunos estudios, un incremento de productividad.

Un necesario espejo en el que mirarse salvando las enormes diferencias culturales, es China. Nos lleva una delantera de al menos dos meses en la pandemia y sus consecuencias. Allí,sin embargo, según un sondeo publicado por la BBC, la mayoría están reportando una reducción de la eficiencia al trabajar desde casa, «casi el 37% no informó un cambio en su eficiencia, mientras que menos del 10% dijo que trabajaba de manera más eficiente desde su hogar.»

Muchas empresas están evaluando liberar una parte de sus instalaciones o incluso, como en el caso de algunas tecnológicas, no volver a ocuparlas en absoluto. En este escenario de flexibilidad, gran parte de los puestos, será de rotación. Habrá más adecuaciones destinadas al trabajo creativo en equipo y las salas reuniones estarán siempre dotadas de equipos de videoconferencia o de telepresencia. Las compañías tendrán que asegurar la operativa en remoto, por lo que se incrementará la disponibilidad de información en la nube, mejorará la conectividad desde los hogares y la redundancia de las salas técnicas o CPD será aún másestratégica.

Todo lo anterior transforma también las adecuaciones que requieren nuestras viviendas, pues habrá que acondicionarlaspara teletrabajar sin afectar nuestro bienestar, asegurandoun mínimo de condiciones de ergonomía, iluminación, confort térmico, acústico y de calidad del aire. Por ejemplo, ¿somos conscientes de la velocidad a la que sube la concentración de CO2 en una habitación cerrada y sus consecuencias? Deberíamos, nuestra salud está en juego.

Un enfoque irrenunciable

Todas las crisis revelan también soluciones. Y la Arquitectura Saludable -un concepto en el que Galöw es pionero en España desde hace veinte años- se está consolidando como el enfoque estratégico para asumir el proceso de transformación empresarial y social que atravesamos. Concepto que propugnan también en USA Instituciones tan prestigiosas como Harvard o el IWBI. Estudios previos a la pandemia, demostraban que su aplicación generaba un 37% menos de absentismo, 21% de mayor productividad, duplicaba los ingresos, incrementaba en un 10% la satisfacción del cliente y disminuía en 65% la rotación de los empleados.

En este nuevo contexto logra ademásaportar el mayor nivel de seguridad posible -la seguridad total no existe- en la vuelta al lugar de trabajo físico y adoptar gradualmente la “nueva normalidad” minimizando incertidumbres.¿Por qué? En esencia porque sus fundamentos son científicos y no solamente aminoran riesgos de salud actuales, sino que prevén los que puedan surgir en el futuro.

Ahora que ninguna empresa se puede permitir que sus empleados estén intranquilos o incluso paralizados por el miedo al contagio, los protocolos de distanciamiento y las medidas de higiene que han marcado las autoridades sanitarias son un mínimo, pero no son suficientes. Es fundamental preparar los edificios a través de la adecuación de los espacios, la orientación de los usuarios y la instalación de tecnologías que faciliten la monitorización y limpieza.

Y como de prioridades hablamos, la clave está en el aire. Según Wang Zhou, director del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Wuhany profesor sénior invitado de la Universidad de Pensilvania, se trata de una de las fuentes de transmisión clave del virus, pues las microgotas que emitimos al hablar, toser o estornudar pueden permanecer suspendidas en el aire durante horas. Algo que el MIT ha confirmado.

¿Qué hacer? Poner el foco enlos ambientes interiores y en particular en la pureza del aire, que en el interior está de promedio entre 2 y 5 veces más contaminado que el exterior. Lo primero es incrementar la ventilación para diluir patógenos, contaminantes y filtrar el aire. Un paso más allá y que ha tenido éxito en Corea, es el uso de purificadores. Si estos están dotados de tecnologías avanzadas e inocuas, que inactivan los patógenos en el aire y en las superficies y se monitorizan los resultados de manera continua, estaremos en las mejores condiciones para recuperar la confianza. En España, esta tecnología desarrollada por la NASA está disponible a través de Galöw y cada vez tiene mayor acogida.

Las alternativas para adecuar cada espacio son relativas a cada caso. La contribución experta en estos momentos es fundamental porque se trata de una inversión de largo plazo en una dimensión invaluable: la vida y el bienestar. La buena noticia es que la ciencia de la Arquitectura Saludable avanza y nos permite no solo vencer el miedo y acomodarnos a una nueva normalidad, sino construirla.

Publicado originalmente el 31 de agosto en capitalhumano.wolterskluwer.es

 

8 Pilares para transformar edificios en escudos protectores contra la pandemia, por Rita Gasalla

Galow Arquitectura Healty Well Interior Design
Lobby Hotel Puerta América obra de Gälow, Arquitectura Saludable, proyecto de Rita Gasalla

Hoy sabemos que existe un mayor riesgo de contagio del covid-19 en los espacios cerrados y que el aire acondicionado puede incrementar el riesgo de propagación. La arquitectura saludable nos permite mejorar la calidad del aire interior, y con ello, la salud y el bienestar de las personas a través de los espacios.

Desde hace varios meses algunos arquitectos advertimos que la transmisión del Covid-19 podía tener lugar a través del aire, y no fue hasta comienzos de julio de este año, cuando la Organización Mundial de la Salud reconoció el peligro que esto representaba, después de que más de 200 científicos de 39 países publicaran una carta respaldada por diversas investigaciones, señalando la urgente necesidad de tomar medidas para evitar la propagación del patógeno en espacios cerrados, en los que valga recordar, ya pasábamos de promedio más del 90% de nuestra vida antes de la pandemia.

Para imaginar el recorrido del virus en aerosol por el aire en los espacios cerrados no hay más que recordar lo que ocurriría con el humo del tabaco en las oficinas, aulas y restaurantes donde antes sí estaba permitido fumar. El Sars Cov 2 se dispersa por el aire de una manera similar al humo en todo tipo de lugares de pública concurrencia con sistemas de climatización.

Los aires acondicionados – ahora tan necesarios en verano- pueden facilitar el contagio del virus por las corrientes de aire aleatorias que generan. A esto se suma que en muchos casos el aporte de aire exterior por conductos de ventilación es a veces escaso o incluso inexistente.

Rita Gasalla Proyecto Hotel Ibiza
Hotel Presidente Ibiza, proyecto de Rita Gasalla

Las medidas que todos conocemos de distanciamiento social, higiene, test colectivos y el uso de mascarillas, son útiles en general, pero insuficientes para resolver el problema de los ambientes interiores. ¿Qué podemos hacer al respecto? La arquitectura saludable ofrece un abordaje científico y muy práctico para que podamos volver a respirar tranquilos en lugares cerrados. Proponemos 8 pilares para que los edificios se transformen en un escudo protector contra las pandemias:

  1. Garantizar una buena ventilación es clave. Debemos asegurarnos de que el flujo de aire del exterior sea el máximo que podamos obtener a través de los conductos de ventilación o mediante la generación de corrientes abriendo puertas y ventanas.
  2. En línea con lo anterior, hay que aumentar la tasa de renovación de aire por persona. Esto lo podemos conseguir bajando la ocupación de los espacios o aumentando el caudal. Sería aconsejable aumentar los caudales de aire por persona que marca la normativa según los usos (IDA). Por ejemplo, exigir en las oficinas la tasa de renovación de los hospitales, así cada persona dispondría de 1.6 veces más aire proveniente del exterior.
  3. Arrancar los sistemas de ventilación de los edificios dos horas antes de que empiecen a utilizarse sus espacios y apagarlos dos horas después de que se vaya el último usuario, para mejorar la calidad del aire, y en los cuartos de baño debemos mantener los sistemas de extracción de aire funcionando ininterrumpidamente toda la semana.
  4. Evitar respirar el aire viciado recirculado que proviene del interior. La normativa, por criterios de eficiencia energética, obliga a recircular el aire calentado o enfriado del interior. En este momento, es aconsejable que la prioridad sea la salud.
  5. Es esencial comprobar el estado de los filtros de los sistemas de climatización de aire y exigir que estén limpios y cumplan la normativa, dado que pueden retener en ellos una parte de los patógenos. El virus al que nos estamos enfrentando mide de promedio 0.1 micra, y, aunque solo los filtros superiores a HEPA retendrían partículas de ese tamaño, lo habitual es que el virus use como vehículo partículas mayores, por lo que esa seguridad añadida es de vital importancia.
  6. Utilizar purificadores es fundamental. Son la única solución que inactiva los virus en el aire y en superficies simultáneamente, consiguiendo un espacio interior libre de patógenos (virus, bacterias, mohos y hongos) y de contaminantes. Estas tecnologías innovadoras han sido apoyadas, entre otros, por el IDAE.
  7. Resaltar, que todos los sistemas de climatización y muchos de los sistemas de purificación que se encuentran en el mercado, tienen una limitación importante: actúan exclusivamente sobre el aire que pasa a través de ellos. No purifican ni depuran el aire en su totalidad, ni tampoco las superficies de contacto. Debemos asegurarnos de que los purificadores que elijamos actúen en todo el aire, las superficies e incluso los rincones aparentemente inaccesibles. Para que sean realmente eficientes, tienen que estar operativos mientras las personas usan los espacios, realizando la desinfección en tiempo real. Por eso, otra condición exigible a un purificador es que sea completamente inocuo.
  8. Una monitorización continua de los parámetros físicos y químicos nos ayuda a saber cuál es la calidad del aire que respiramos. Sólo sabiendo que hay un problema, podremos tomar las medidas correctivas para remediarlo. Valga como dato un estudio realizado por la Universidad de Harvard, que revela que un incremento de tan solo un microgramo por metro cúbico de PM2.5 se puede asociar con un incremento de 15% en la tasa de mortalidad por la COVID-19 (3).

Jazzpharma Madrid Monitorizacion Galow Arquitectura Saludable
Sede jazz pharmaceuticals, obra de Gälow, Arquitectura Saludable, proyecto de Rita Gasalla. Espacio con purificadores de aire y monitorizado.

Ante el escenario de incertidumbre que nos ha planteado el Sars Cov 2, la prevención y el uso de la ciencia y la tecnología son decisiones estratégicas. Ahora sabemos en qué tenemos que enfocarnos: es primordial cortar la vía de contagio a través del aire y las superficies en los espacios interiores, la Arquitectura Saludable plantea las fórmulas para lograrlo. Podemos evitar que los edificios sean focos de contagio y actuar al respecto no solo es humano, es estratégico.

Rita GasallaRita Gasalla es CEO de Gälow desde el año 2000, firma enfocada en el transformador concepto de la arquitectura saludable.

Publicado previamente el 11 de agosto en el Procenter de Habitissimo: https://procenter.habitissimo.es/ocho-pilares-para-transformar-edificios-en-escudos-protectores-contra-la-pandemia/

Ciudades: por un urbanismo saludable, por Felipe Fernández Espejel

Alev Takil Unsplash

 

Es conmovedor observar cómo las personas recuperan el espacio que había ocupado el coche: Las ciudades están peatonalizando provisionalmente algunas calles y el tráfico ha descendido a niveles históricos con una media del 70%. Si el teletrabajo se consolida parcialmente, como así parece, el tráfico continuará en ese tendencia.

Así las cosas, un nuevo modelo de movilidad está naciendo por necesidad, marcado también por el autoabastecimiento eléctrico de las viviendas que producirá un auge de vehículos eléctricos: patines, bicis, motos, coches. Y el aire lo nota, ya no es el mismo, y nosotros -que respiramos hasta 15.000 litros de aire al día- lo agradecemos. Según un estudio reciente de Ecologistas en Acción, la contaminación urbana ha sido un 58% menor de lo habitual en estas fechas.

El ruido ha sido otro de los damnificados. Se estima que cerca del 20% de la población de la Unión Europea sufren niveles de ruido que los científicos y expertos en salud consideran inaceptables y según datos de la Comisión Europea, provoca al menos 10.000 casos de muertes prematuras anuales. Sin embargo, ahora da gusto abrir las ventanas en las viviendas de las ciudades, por no hablar de las terrazas, que sin ruido y con el aire que respiramos ahora, se disfrutan doblemente.

La situación que hemos vivido, especialmente durante las semanas en que los accesos a los grandes parques han estado cerrados, ha puesto de relieve la necesidad de integrar más zonas verdes en las calles. Y han empezado a crecer las iniciativas de huertos urbanos: reaparece el autoabastecimiento. En Madrid, un total de 21 huertos urbanos de la capital, 18 de ellos comunitarios y tres municipales, están donando sus cosechas a los colectivos más vulnerables durante esta pandemia.

La nueva normalidad no se trata solo de cambios que llegan a la fuerza, sino de oportunidades para actuar mejor, para re-imaginar nuestras dinámicas. Se trata de un nuevo comienzo en el que podemos aprovechar las lecciones aprendidas e introducir los parámetros que la hagan más saludable, respetuosa con el medio ambiente y resiliente ante otras crisis.

Tenemos por delante el reto de redefinir las ciudades del futuro, buscando que aprovechen las ventajas que ofrece la tecnología y los conocimientos acumulados para que sean saludables para sus habitantes, para que sean las urbes en las que puedan vivir las generaciones por venir.

La vida en el centro: el retorno de invertir en la arquitectura saludable, por Rita Gasalla

08 Galow Healthy Architecture Private Bank

Antes de la pandemia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya calculaba que pasamos entre el 80 y el 90% de nuestra vida en espacios cerrados. Se trata de un hecho que afecta distintas dimensiones y dinámicas humanas, y que resulta de especial interés ahora que el retorno de los trabajadores a oficinas es una tarea desafiante.

¿Cuáles son los niveles de salud y bienestar que tenemos en nuestro puesto de trabajo? y ¿Qué papel tienen la infraestructura y las adecuaciones que integran el espacio en esos niveles? Se trata de algunos interrogantes estratégicos que, ahora más que nunca, los equipos de liderazgo empresarial deben plantearse, porque determinando qué factores del entorno inciden en el bienestar de las personas, es posible preservar la salud e incluso mejorar la calidad de vida de millones de profesionales en sus lugares de trabajo.

El nuevo paradigma de gestión de las personas

En los últimos años, hemos estado viviendo un cambio de paradigma importante que podría sintetizarse en que las personas son el centro. Con la crisis del Covid19, esa perspectiva se instala definitivamente. Antes del brote, cada vez más empresas de diferentes sectores habían establecido como prioridad la creación de programas que abordaban la salud desde distintas perspectivas, como la búsqueda de la felicidad en el trabajo, o el fomento de la alimentación y de los estilos de vida saludables.

Sin embargo, dadas las circunstancias, ha quedado en evidencia que no es suficiente. Los espacios de trabajo deben cumplir con unas condiciones objetivas medibles, que garanticen a las personas el mejor ambiente interior para que no enfermen, no solo por la posibilidad de contraer el Covid, sino por otras enfermedades comunes como la gripe, la presencia de bacterias o en futuras pandemias.

El salario de las personas supone hasta el 90% de los costes operativos. De ahí, la relevancia para los equipos de management de cuidar su salud y bienestar. Tanto, que una reciente investigación de Kate Lister de la Universidad de Stanford demostró que al menos un 70% de las empresas de Estados Unidos mencionan la palabra salud como parte de su misión.

El absentismo laboral se puede llegar a reducir en un 30% ocupando espacios saludables. Esto ha estimulado el surgimiento de un enfoque de arquitectura que busca medir esas condiciones y crear oficinas con un diseño basado en la evidencia científica. Un enfoque en el que la estética y lo funcional no son los únicos criterios determinantes; y en el que prevenir enfermedades y mejorar la calidad de vida de las personas a través de los espacios es posible. Se trata de la Arquitectura Saludable.

Salud y productividad: una misma moneda

La Arquitectura Saludable plantea que existen diversas condiciones que garantizan que un espacio sea saludable para las personas. El aire, el ruido, el confort térmico, la iluminación e incluso las vistas, juegan un papel fundamental. Todo esto aplica, también para oficinas. Y aquí vale la pena que vayamos por partes.

La enorme incidencia de la calidad del aire quedó demostrada en un estudio realizado por Joseph G. Allen, profesor del programa Healthy Buildings de Harvard, en el que se duplicó la ventilación y se redujeron los niveles de COV (compuestos orgánicos volátiles) y de dióxido de carbono en el aire para ver cómo los cambios afectaban la función cognitiva de los trabajadores. Descubrieron que la toma de decisiones, la creación de estrategias y la planificación mejoraron cuando respiraban mejor. Cabe decir que sobre este componente, otros estudios como el de STOK y UC Berkeley, han revelado que una mejor calidad del aire da como resultado un incremento de la productividad de entre 8 y 11%. Algo que en estos momentos resulta crucial para disminuir la carga vírica del aire el Covid19.

El ruido puede disminuir la productividad en torno a un 15%, especialmente cuando se trata de tareas complejas. No solo impide la atención y altera los procesos cognitivos, la comunicación y el sueño, sino que puede generar estados crónicos de nerviosismo y estrés.

También hay numerosos estudios que versan sobre cómo afectan las condiciones térmicas al rendimiento. Las temperaturas inadecuadas producen una pérdida de concentración y una reducción del ritmo de trabajo. De hecho, se estima que una temperatura fuera del rango entre 20 y 24ºC en invierno, reduce hasta un 10% la productividad.

La calidad y la cantidad de la iluminación es esencial para mejorar además de la alerta y la concentración, el estado de ánimo y el sueño de los trabajadores. La luz debe adaptarse a los ritmos circadianos, a las necesidades individuales de las personas y a las tareas que realizan. Una investigación de la Universidad de Cornell de 2013, estimó que una correcta iluminación podía incrementar la productividad hasta en un 5%.

Y por último, se encuentran los beneficios incontestables de contar con la naturaleza y con vistas en los espacios de trabajo, así como el uso de criterios biofílicos en el diseño arquitectónico. Aquí tienen especial importancia las plantas naturales, que además de mejorar la calidad del aire, su visión y cercanía mejoran hasta un 15% la creatividad y el bienestar físico y emocional.

Uno de los estudios más recientes de la Universidad de Cardiff comparó los niveles de productividad de dos grupos de trabajadores de oficina expuestos a diferentes niveles de contacto con la naturaleza. Encontraron que aquellos que trabajaban en oficinas con espacios verdes naturales tuvieron un incremento de productividad del 15%, en comparación con aquellos que trabajaban en un lugar sin vegetación o elementos naturales en su entorno inmediato.

Y podríamos continuar. Son muchísimos los elementos inciden en variables como la productividad y la eficiencia, sin embargo, llegaríamos a la misma conclusión: aquellas compañías que dedican esfuerzos a construir espacios de trabajo en los que se promueva el bienestar de las personas, llegarán a ser más competitivas y excelentes, entre otras, porque reducirán las bajas laborales, mejorarán el compromiso y serán capaces de atraer y retener mejor el talento, especialmente en un contexto como el actual, en el que retomar las actividades económicas necesitará de la confianza y tranquilidad de las personas.

En la medida en que los edificios no solo sean mejores para el planeta, sino también para sus ocupantes; y en que se combinen las mejores prácticas en diseño y construcción con intervenciones de Arquitectura Saludable basadas en evidencias científicas, no solo habremos dado importantes pasos en la ruta de la competitividad y liderazgo en los negocios, sino que habremos puesto en el centro de la cuestión lo que importa realmente: la vida de quienes hacen posible que existamos como empresas. La pandemia ya nos ha demostrado que esto es relevante. La pregunta es ahora, ¿a qué estamos esperando?

Publicado previamente en habitissimo el 28 mayo, 2020. https://procenter.habitissimo.es/la-vida-en-el-centro-el-retorno-de-invertir-en-la-arquitectura-saludable/

Un nuevo paradigma: la arquitectura saludable como interés público, por Rita Gasalla

Ryoji Iwata Ibavuzsjjto Unsplash
Foto Ryoji Iwata – Unsplash

Gran parte de los edificios existentes son enfermantes en mayor o menor medida. Los espacios que afectan la salud y el bienestar de las personas han sido un tema de salud pública desde que, en los años 80, la Organización Mundial de la Salud identificara el Síndrome del Edificio Enfermo. Con el avance de la ciencia y la arquitectura, la comprensión de estas afecciones se ha profundizado y continúa, ahora más que nunca, en evolución.

Ahora sabemos, gracias a eso, que gran parte de los materiales de construcción de uso habitual emiten sustancias tóxicas al ambiente. Se trata de compuestos orgánicos volátiles (COV) y otros químicos, que en muchos casos deterioran, entre otros, el aparato respiratorio de los seres humanos.

lgo que en tiempos del SARS-CoV-2 ocupa la atención de equipos científicos y médicos de todo el mundo. Algunos de ellos, han ya demostrado que la contaminación juega un papel determinante el grado de complicaciones de los pacientes que contraen el Covid19. También se han venido estudiando cuidadosamente las vías de contagio y entre las conclusiones más impactantes, se encuentra el hecho de que el virus se puede transmitir en el aire, especialmente en espacios cerrados y con poca ventilación.

Estos hallazgos y los que aún están por publicarse, han reforzado un planteamiento que un puñado de arquitectos en el mundo -me incluyo entre ellos- hemos venido defendiendo desde hace décadas: la arquitectura tiene que ser saludable. No solo sostenible, funcional o estéticamente interesante.
Los arquitectos tenemos la responsabilidad y la oportunidad de contribuir a mejorar los niveles de bienestar y las condiciones de salud de las personas.

Cómo? A través de un adecuado tratamiento del aire, el agua, la iluminación, la distribución del espacio, el confort térmico, el confort acústico, la toxicidad de los materiales y la consideración, siempre relevante, de que los edificios son escenarios para el desarrollo social.

Si hace cuatro meses hubiera escrito este artículo, me habría tenido que referir a infinidad de estudios, casos y ejemplos para respaldar esa tesis, que la pandemia ha puesto sobre la mesa de forma contundente. El confinamiento circunscribió nuestro día a día a los hogares y convirtió dinámicas como el teletrabajo en necesidad, lo que puso de relieve las limitaciones y la relevancia de los espacios en los que tenemos que vivir y trabajar. Es claro que los protocolos de distanciamiento y las medidas de higiene que Sanidad ha determinado son un mínimo necesario, sin embargo, no son suficientes. Deben tomarse medidas arquitectónicas, como el rediseño y redistribución de los espacios para garantizar la distancia social; como la instalación de sistemas que eliminen patógenos (no sólo el Covid-19) activa y pasivamente a través de la ventilación, además de la adecuación de la iluminación, los acabados y el mobiliario.

Estamos presenciando un cambio de paradigma: ahora un edificio de calidad será saludable o no será de calidad. En este sentido, es fundamental crear un consenso alrededor del riesgo que suponen los edificios enfermantes, informar debidamente al respecto y definir los nuevos estándares de salud y bienestar que deberán cumplir las edificaciones en general.

Además de los negocios y comercios, que ya han visualizado la necesidad de adaptarse a este nuevo contexto, es previsible también que los espacios de trabajo que cuenten con altos estándares en salud y bienestar atraigan, fidelicen y comprometan al talento, o que los gobiernos que aborden estructuralmente la contención de las crisis -entendiendo el papel de las edificaciones en la prevención- estarán mejor preparados para situaciones como la que hemos vivido.

Se trata de una conversación urgente en la que el sector privado, las instituciones públicas y la ciudadanía deben coincidir para crear conjuntamente protocolos homogéneos, políticas públicas y directrices empresariales. El miedo paraliza y en estos momentos la coordinación entre los distintos actores sociales es fundamental para que nuestras actividades puedan continuar y se desarrollen en un ambiente de confianza.
Tenemos la responsabilidad colectiva de romper la cadena de transmisión de enfermedades contagiosas, de recuperar nuestras actividades económicas sin poner en riesgo la vida y de actuar a la altura de las circunstancias: con esa unidad que las relaciones institucionales son capaces de forjar.

La arquitectura es una forma de expresar lo que queremos como sociedad para nosotros mismos. A través de ella no solo nos preguntamos qué espacios nos imaginamos, sino qué dinámicas queremos que existan en ellos. Y más allá todavía, qué realidad queremos configurar para nuestras futuras generaciones. Esta pandemia nos ha traído la posibilidad de cambiar un paradigma: los edificios importan y ahora más que nunca necesitamos que sean un refugio saludable.

*Este artículo fue originalmente publicado en el Blog de la Asociación
de Profesionales de las Relaciones Institucionales (APRI). Ver en
https://relacionesinstitucionales.es/un-nuevo-paradigma-la-arquitectura-saludable-como-interes-publico/

España: ¿Por qué la pandemia cambiará el turismo?, por Felipe Fernández Espejel

Foto Illan Riestra Nava
Foto de Illan Riestra Nava

“Nadie puede hacer ahora pronósticos fiables para julio y agosto” afirmó el pasado domingo 12 de abril, la Presidenta del Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que ha recomendado esperar antes de hacer planes de vacaciones. Algo que corrobora las expectativas poco favorables para el sector turístico.

Ya desde antes de que entrara en vigor el Estado de alarma el pasado 14 de marzo, y se produjeran restricciones a la libre circulación de personas, se registró una menor demanda de servicios turísticos por la incertidumbre y el efecto precaución ante el Covid19.

El primer hito lo marcó seguramente la cancelación del Mobile World Congress en Barcelona el 13 de Febrero. A finales de ese mismo mes se produjo una cuarentena obligatoria para un millar de personas en un hotel en Tenerife, pero ya debido al virus, que entraba en escena. La orden SND/257/2020 del 19 de marzo, establecía la suspensión de apertura al público de todos los hoteles y alojamientos similares, ubicados en cualquier parte del territorio nacional, realizándose el cierre en el plazo máximo de siete días naturales desde la entrada en vigor de la orden.

Antes del brote, la Organización Mundial del Turismo había previsto un crecimiento positivo de entre el 3% y el 4% para este año. Sin embargo, ya el 6 de marzo revisó sus perspectivas de llegadas de turistas internacionales para 2020, cifrándolas en un -1% a -3%, lo que supone una pérdida estimada de entre 30.000 y 50.000 millones de dólares en ingresos procedentes del turismo internacional.

Durante el mes de marzo la actividad turística en España fue cayendo: el 4 de marzo a un -11,6%; el 11 de marzo a -46%; el 17 de marzo a -88%. En los hoteles urbanos, la combinación de la reducción de la ocupación de entre un 75% y 80% al 10%, y la cancelación de eventos corporativos, provocó unas tensiones de tesorería inesperadas en apenas 10 días, agudizadas por las devoluciones de los anticipos.

En informes de finales de marzo, la OMT preveía un descenso en el turismo internacional entre el 20 y el 30%. Pero el único antecedente moderno de crisis sanitaria, la del SARS de 2003, provocó que en la zona Asia Pacífico el turismo tardara 8 meses en recuperarse, con pérdidas que llegaron al 44%.
Según Exceltur, el impacto del Covid19 en España para este 2020 se estima en 54.700 millones de pérdidas respecto al escenario previsto a principios de año.

Con este panorama, las consecuencias para el sector hotelero a corto plazo son, de manera no exhaustiva:

  • Tesorería. Contener OPEX y retrasar en la medida de lo posible CAPEX, ante la caída en picado de los ingresos y su probable lenta recuperación. Según Colliers International, en su informe de Enero 2020, la previsión de inversión para 2020 en España era de 2.351 millones de euros (32% en reformas y 68% en obra nueva). La situación del COVID19 llega poco después de la quiebra del gigante inglés Thomas Cook y la incipiente competencia de otros destinos mediterráneos, que se empezaban a recuperar.
  • ERTES. Fundamentales para asegurar la continuidad del negocio. Tras la orden del SND/257/2020 del 19 de marzo, se pueden incluir entre los supuestos de causa de fuerza mayor.
  • La renegociación de alquileres de establecimientos entre arrendador y arrendatario, bien con moratorias, rebajas u otros mecanismos.
  • Los contratos de los turoperadores con los hoteles, principalmente vacacionales. Si el turoperador adujera fuerza mayor para cancelarlos, podría suponer un grave perjuicio para los hoteleros, ya que aparte de perder todas las garantías de reservas, probablemente tendrían que devolver los anticipos satisfechos por los turoperadores.
  • Grandes agencias de viaje online (OTAS en inglés). Ya han anunciado que aceptarán cancelaciones de sus clientes y les devolverán el dinero aunque la tarifa contratada sea no reembolsable.
  • Contratos de gestión. Suelen ser contratos a largo plazo, y que en un caso como el del Covid19 debería afectar a ambas partes, propietario del activo y gestor, por igual.

Como medidas correctoras, Exceltur propone algunas que ya se han adoptado en otros países de Europa:

  • Posponer el pago de pago de impuestos y cotizaciones a la seguridad social.
  • Facilitar la liquidez empresarial.
  • Sustituir cancelaciones/devoluciones por bonos canjeables, incorporándolo en la legislación.
  • Garantizar la capacidad de gestión de los ERTES.
  • Facilitar la posibilidad de renegociación de los alquileres de activos turísticos.

Se desconoce todavía el impacto en la demanda, pero es previsible que se recupere a dos velocidades: una más rápida, de viajes de proximidad y en vehículos particulares (nacional) y otra más lenta en viajes con transporte compartido (tren y avión) de carácter tanto nacional como internacional. De hecho, en un informe publicado el ocho de abril por el Departamento de Empresas de la Generalitat de Cataluña, avisa que en Francia “la mayoría de los franceses escogerán el territorio nacional antes que el extranjero una vez pasada la crisis y el confinamiento, y querrá tener garantías sobre la capacidad sanitaria de los destinos”. Además el uso del avión se puede resentir de un efecto “pánico a espacio cerrado”, más acusado en vuelos transoceánicos.

Según la IATA, en el segundo trimestre se prevé un desplome del 70% del tráfico aéreo y del 40% en el tercer trimestre, por lo que ante la caída brusca de ingresos, las compañías aéreas parecen abocadas al rescate por parte de los respectivos Estados (Norwegian, Finnair, Air France, etc.).

Por otra parte, la irrupción del teletrabajo y el auge de las videoconferencias puede impactar también en los viajes de negocio, no sólo inter-empresas, sino en la celebración de Congresos, Ferias y Conferencias.

Se estima que la velocidad de recuperación y vuelta a la normalidad será diferente por países y continentes, y puede que por hemisferios, debido a la estacionalidad, lo que condicionará más aún la movilidad.

Cada país enfrenta ahora sus propios desafíos en un escenario que requiere mucha ayuda por parte de las instituciones, innovación y capacidad de negociación. La gran estrategia en estos momentos puede ser la transformación de los hoteles actuales en Hoteles Saludables, con adopción de medidas que mitiguen la presencia del Covid19 y que venzan las reticencias de los clientes a convivir en espacios cerrados donde van a interactuar con otras personas. Algo que el enfoque de Arquitectura Saludable puede hacer posible. En suma, transmitir confianza en que los espacios son seguros respecto a posibles contagios.

Publicado previamente en LinkedIn el 13 de abril 2020  https://www.linkedin.com/pulse/espa%C3%B1a-por-qu%C3%A9-la-pandemia-cambiar%C3%A1-el-turismo-fern%C3%A1ndez-espejel/

Ultravioletas: Un contrapeso científico a la Covid-19, por Rita Gasalla

Lámparas UV Foto de Rich Smith en Unsplash
Lámparas UV Foto de Rich Smith en Unsplash

El pasado 7 de febrero, Donald Trump anunció que el Covid-19 desaparecería con la llegada de la primavera. La OMS y muchos gobiernos e instituciones también han puesto la esperanza en la estacionalidad, que mitiga la proliferación de otros coronavirus.

Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) han declarado que “aún se desconoce si la temperatura afectará a la propagación del Covid-19 o si dicha propagación se reducirá cuando el tiempo sea más cálido”. Marc Lipsitch, profesor de Epidemiología y director del Centro de Dinámica de Enfermedades Transmisibles de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard (Estados Unidos), ha publicado un artículo en la misma línea, en el que ha afirmado que “el cambio de estación puede ayudar pero es poco probable que detenga la transmisión. Cuando el virus está a la intemperie es sensible a la desecación, al aumento de la temperatura exterior y a la luz ultravioleta del sol, y se inactiva antes y reduce la transmisión”.

Lo cierto es que, efectivamente, los rayos ultravioleta desactivan los microorganismos dañando las estructuras del ácido nucleico y las proteínas a nivel molecular, provocando su incapacidad para reproducirse. De hecho, se llevan usando años para combatir todo tipo de patógenos, tanto bacterias como virus.

La ASHRAE (American Society of Heating, Refrigerating and Air-Conditioning Engineers), una referencia a nivel mundial por sus estudios y cuyos estándares conforman la normativa de obligado cumplimiento en EEUU, ha estudiado en profundidad el efecto de los rayos ultravioleta en los patógenos y llegó a la conclusión de que los rayos ultravioleta más efectivos eran los de onda corta, concretamente con una longitud de onda entre 220 y 280 nm, y los llamó UVGI (ultra violet germicidal irradiation). De ahí que se considere que los filtros más eficientes que hay para el aire interior, en lo que a la eliminación de patógenos se refiere, son los filtros de rayos ultravioleta. Su uso en el ámbito hospitalario está cada vez más extendido, aunque desafortunadamente, se ha limitado casi en exclusividad a dicho ámbito.

En este sentido, otras iniciativas han tenido eco en los medios de comunicación en el contexto de la pandemia que estamos padeciendo. Una empresa china, Sunay Healthcare Supply, compró recientemente a la compañía danesa UVD Robots, unos robots autónomos que incorporaban luz ultravioleta, evitando la exposición del personal del hospital y el consecuente riesgo de infección.

«Con este acuerdo, más de 2.000 hospitales chinos ahora tendrán la oportunidad de garantizar una desinfección efectiva, protegiendo tanto a sus pacientes como al personal», ha dicho Su Yan, CEO de Sunay Healthcare Supply a medios de comunicación.

Pero no sólo en el ámbito hospitalario se está usando esta tecnología. La compañía de transporte público de Shangai, ha utilizado también lámparas de UV para el proceso de limpieza, reduciendo el tiempo de 40 minutos (y al menos dos empleados) a cinco minutos y con un grado de eficiencia mayor.
Se trata de una tecnología con amplias oportunidades de expansión, particularmente en la crisis que atravesamos. Ya desde hace un tiempo, en nuestro enfoque de Arquitectura Saludable en Galöw hemos venido utilizando los rayos ultravioleta para garantizar la eliminación de patógenos. “Donde entra el sol no entra el médico” reza un refrán que solía repetir mi bisabuelo. Curiosamente, parece que la ciencia y la cultura popular, basada en la experiencia, dicen lo mismo.